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Una felicitación que nace de una historia real

Cada año, la felicitación de Navidad es una oportunidad para detenernos y revisar el sentido de lo que hacemos. No solo como ejercicio comunicativo, sino como un gesto que habla —de forma sutil pero clara— de cómo entendemos nuestra manera de acompañar.

Este año, en Matia, el punto de partida fue una pregunta sencilla: ¿desde dónde queremos felicitar la Navidad? La respuesta nos llevó, de forma natural, a lo que da sentido a nuestro día a día: las personas y sus historias.

La felicitación de Navidad de este año nace de una historia real. Una de esas que dan sentido a lo que hacemos y nos recuerdan nuestro propósito, el para qué trabajamos cada día.

Mirar distinto: el origen de la felicitación

El proceso de construcción de esta felicitación comenzó con una decisión clara: no queríamos una felicitación genérica, ni un mensaje construido desde fuera. Queríamos partir de lo cotidiano, de lo cercano, de aquello que sucede cuando se crean las condiciones adecuadas para que las personas sigan desarrollando su vida, sus intereses y sus capacidades.

En ese ejercicio de mirar distinto, apareció la idea de que la felicitación no solo hablara sobre las personas, sino que naciera de ellas. Que el gesto tuviera un origen reconocible y una historia detrás.

La historia de Feli

Así llegamos a Feli Costa. Feli llegó a Donostia desde Barcelona a los 78 años. Lo que comenzó como una actividad de ocio en un centro social fue transformándose, con el tiempo, en una pasión: la pintura. Sin grandes pretensiones, pero con constancia, curiosidad y ganas de aprender, fue encontrando en la acuarela una forma de expresarse y de seguir creando.

A lo largo de los años, Feli ha seguido pintando, probando, borrando y volviendo a empezar. Cuando algo no sale como espera, no abandona: ajusta, corrige y continúa. Hoy, con casi cien años, sigue desarrollando su talento y creando nuevas obras, algunas nacidas de su imaginación y otras inspiradas en fotografías que ella misma elige.

Su historia no es excepcional por lo extraordinario, sino por lo profundamente cotidiana. Habla de aprendizaje, de perseverancia y de la importancia de generar entornos que posibiliten que las personas continúen desarrollando aquello que es importante y significativo para ellas a lo largo de la vida.

A partir de la obra de Feli se inició el proceso creativo de la felicitación. Sus acuarelas se convirtieron en el eje visual de la pieza y dieron lugar a ocho diseños diferentes. No se trataba de elegir una única imagen representativa, sino de respetar la diversidad de su obra y trasladarla a la propia felicitación.

La elección de varios diseños responde también a una forma de entender el gesto: ofrecer opciones, permitir elegir, dejar espacio a que cada persona encuentre el diseño con el que más se identifica. Porque incluso en algo aparentemente sencillo como una felicitación, la posibilidad de decidir importa.

Una felicitación pensada para compartirse

Desde el inicio, la felicitación se concibió como algo más que un envío corporativo. La intención era que fuera un gesto que pudiera circular, transformarse y hacerse propio.

Por eso, se trabajó en dos formatos complementarios. Por un lado, se han creado felicitaciones en papel para que las personas que viven o a las que acompañamos en Matia puedan utilizarlas para felicitar la Navidad a quien deseen. Escribir unas palabras, dedicar un mensaje, enviar un deseo: acciones sencillas que ayudan a mantener vínculos y a seguir conectando con personas significativas.

Por otro, se ha desarrollado un espacio web desde el que es posible elegir uno de los diseños, escribir los propios deseos y descargar la felicitación en formato digital. Una opción pensada para facilitar el acceso y adaptarse a distintas formas de comunicarse y compartir.

En ambos casos, la clave es la misma: que la felicitación no esté cerrada, sino abierta a ser completada por cada persona.

Este proceso de construcción no responde a una lógica estética, sino a una lógica de coherencia. Coherencia con una forma de acompañar que entiende que las personas no dejan de ser protagonistas de su vida, independientemente de la etapa en la que se encuentren.

La felicitación de Navidad se convierte así en un reflejo de algo más amplio: la importancia de reconocer las trayectorias vitales, de respetar los ritmos y de crear condiciones que permitan seguir desarrollando intereses, talentos y relaciones significativas.

Porque a veces, un gesto pequeño —una ilustración, una felicitación escrita a mano, un deseo compartido— es también una manera de decir mucho.

 

¿Quieres enviar un mensaje especial esta Navidad? Accede aquí a la felicitación, complétala y compártela con los demás. ¡Feliz 2026!: https://www.matiafundazioa.eus/es/felicitacion-de-navidad

Autora

Técnico de comunicación y marketing

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